Jun21/03 PMBArticulo: McCartney en la Plaza Roja
McCartney en la Plaza Roja
Pedro Mario Burelli
El Universal, Caracas, sábado 21 de junio, 2003
LA PLAZA ROJA en Moscú fue por más de 70 años del siglo pasado símbolo imponente de un mundo bipolar donde el enfrentamiento ideológico terminó palideciendo frente a la mutua amenaza nuclear.
Mientras duró, el régimen comunista sacaba a desfilar allí las armas que explicaban una preeminencia que chocaba con la penuria de sus ciudadanos y de sus rehenes del este europeo. Es por ello irónico que la fecha que marca el principio del fin de la era soviética es el 28 de mayo de 1987. Ese día un osado diecinueveañero alemán, Matías Rust, aterrizó plácidamente su Cessna en plena plaza luego de burlar las defensas del territorio y del mismísimo Kremlin. Aun cuando el final tardó cinco años, el mundo perdió el miedo ante las paradas que se continuaron realizando allí por desfachatez de quienes fueron amos de medio mundo.
Este 24 de mayo tuvimos la oportunidad de asistir al remate de la travesura de Rust. En una noche clara, nos deleitamos tres horas continuas en el concierto soberbio de uno de los cuatro 'anti-cristos' del autoritario, ateo y desplazado régimen. Paul McCartney, a sus 61 años, demostró que el talento, la constancia y la libertad pueden más que las armas por muy atómicas que éstas sean.
La plaza la colmaba, además de la casi totalidad de la nueva y pujante élite rusa, treinta y cinco mil ciudadanos que hacían distintos tipos de sacrificios para vivir un sueño anteayer imposible. El escenario sombreaba al mausoleo donde se puede contemplar el fiambre embalsamado de Vladimir Ilych Lenin, padre del difunto que esa noche recibía otro simbólico camión de tierra. Como salido de un icono histórico, a seis puestos de nosotros vimos a Mijaíl Gorbachov, vivo, por cierto, pero casi olvidado por quienes hoy disfrutan del desenfadado capitalismo que tenía que seguir la salvaje represión que él rehusó perpetuar. A mitad de la quinta canción, hizo su entrada, sin aviso ni parafernalia, Vladimir Putin, quien así demostraba sagacidad política, sentido histórico e impecable gusto musical. Sentado al lado de su rival político, el poderoso alcalde de Moscú, Jurij Luzkov, Putin se deleitaba como todos y aplaudió con sonrisa cómplice las dos veces que Sir Paul se sacó el clavo interpretando 'Back in the USSR', himno desafiante y secreto de todos los presentes.
Las revoluciones se mercadean con el mensaje recurrente que para avanzar hay que cambiar las reglas, quemar etapas y deslastrar lo imperfecto del status quo. Los símbolos y las imágenes son clave, pero la historia demuestra que más importante terminan siendo los resultados, y éstos se ven sobre todo en la cara de la gente. Por ello nos es fácil afirmar que en la Plaza Roja sentimos una auténtica y progresista revolución.
<< Home