PMBComentario: otro buen articulo de Luis Giusti...aunque seria hora ya de que Luis – y quienes lo acompañamos - hagamos un análisis autocrítico, y definitivo, de las razones por las cuales le fue tan fácil al chavismo desmantelar lo que tardo décadas en montarse.
Dicho esto, es inútil, hasta cierto punto, seguir hablando de lo que se intentó hacer como si con ello pudiéramos olvidar esta pesadilla y retrotraernos al cuarto trimestre de 1997. Esta fecha - para los menos enterados - marco el fin efectivo de nuestro ingenuo intento de hacer de PDVSA el arado de una sociedad que disfrutó siempre del petróleo sin importarle un bledo sus complejidades.
Por el camino que vamos, el petróleo dejara de ser tanto la realidad como el potencial racional de nuestro país. Quizás entonces, sobre las ruinas del trabajo y los sueños de miles, podremos reunirnos – quienes queden o quedemos - a debatir que hacer con esa riqueza que un día nos hizo sentirnos ricos e inteligentes, y al día siguiente se transformó en la cuchilla con la cual unos traidores, degenerados y corruptos degollaron a toda una sociedad...incluidos ellos. PMB
El Nacional
Domingo 17 de Abril, 2005
¿Pdvsa del pueblo?
Luis E. Giusti L.
Transcurridos ya varios años de haber comenzado la apertura petrolera, resulta oportuno comentar su inspiración, sus resultados incluyendo éxitos y reveses, sus futuras posibilidades y el futuro de la "nueva Pdvsa" en el concierto petrolero nacional e internacional. La apertura iniciada a principios de los años 90 es identificada comúnmente con los proyectos de asociación en la Faja del Orinoco, los convenios operativos en campos antiguos y los convenios de exploración y producción bajo la figura de ganancias compartidas.
Resulta lógico que así sea, dada la cuantía de las inversiones cumplidas por las empresas internacionales que operan en nuestro país en esos tres frentes, inversiones que ya superan los 35 millardos de dólares. Sus efectos multiplicadores se han hecho sentir conspicuamente, tanto regionalmente como nacionalmente, en especial en el clima de severa contracción económica de los primeros cuatro años de este gobierno.
Adicionalmente, la producción resultante de esas iniciativas alcanza 1.100.000 barriles por día, 42% de la producción actual de Venezuela.
Aunque las mencionadas iniciativas constituyeron piezas fundamentales de la apertura petrolera, su concepción fue de mucho mayor alcance. El basamento de la apertura fue la ampliación de la base constituyente del sector petrolero, con el fin de generar un acercamiento y en definitiva una integración orgánica entre el petróleo y la sociedad. La manera principal de lograr ese objetivo fue la de ampliar la participación privada en las actividades petroleras. Eso para nada compromete la soberanía nacional, tal como se ha pretendido hacer creer a la sociedad de nuestro país. A la participación directa de más de 50 empresas petroleras, nacionales e internacionales, habrían de sumarse los esfuerzos de integración de las empresas nacionales de servicios y la participación de las regiones en los beneficios de las nuevas inversiones.
Tal vez el paso más significativo en ese concierto, fue la creación de Sofip (Sociedad de Fomento de Inversiones Petroleras), cuya primera iniciativa fue la venta de bonos a los venezolanos, en una operación de crédito simple. Dichos bonos, de baja denominación que los hacía accesibles hasta a los más modestos ahorristas, fueron adquiridos por unas 25 mil personas. Su colocación permitió establecer una metodología por intermedio de la Comisión de Valores y organizar el mecanismo de distribución a través de la banca nacional. Con el fin de consolidar ese proceso de democratización petrolera, se reservó para Sofip 5% de participación en todas las asociaciones, para la eventual venta de títulos a los venezolanos y en particular a los fondos de pensiones. El proceso de participación creciente de personas naturales y jurídicas en los beneficios de la industria petrolera, habría de traer consigo además un cambio trascendental en el sistema de rendición de cuentas, en el manejo de nuestra industria petrolera y en la distribución de sus beneficios. Las preguntas claves son: ¿Queremos los venezolanos que los únicos beneficios a recibir de la industria petrolera sean aquellos que se distribuyen centralizadamente, y en gran medida discrecionalmente, por medio del gasto del Gobierno nacional, o acaso preferimos percibir también beneficios directos, procedentes de nuestra participación como empresarios, inversionistas individuales y habitantes de las regiones? ¿Y qué tal nos parece el tener una voz ciudadana importante en materia de decisiones petroleras, mas allá de lo que quiera decidir el Ejecutivo Nacional? ¿Es acaso más nacional y más del pueblo una Pdvsa centralizada, operada bajo el poder omnímodo del gobierno central de turno, que una Pdvsa asociada con el sector privado con sentido de permanencia, en toda la geografía nacional? No hay que olvidar que cada uno de nosotros es un ser privado. La continua descalificación del término "privatización", asociándolo con pérdida de soberanía, puede hacer que olvidemos que el éxito de nuestra sociedad está en el bienestar de cada uno de los ciudadanos privados que la integran.
Las líneas fundamentales seguidas por la actual administración en materia petrolera, marchan contrarias a la deseable integración entre el petróleo y la sociedad. Se está cumpliendo un proceso de radical centralización en manos del gobierno nacional, de todo aquello que tenga que ver con el petróleo. Hemos retrocedido a grandes pasos al esquema del petroestado todopoderoso, dueño y señor de la industria petrolera, único factor de decisiones, grandes y pequeñas, y distribuidor discrecional de los beneficios procedentes de la actividad petrolera.
Pero lo peor de ese desgastado modelo, es que vuelve el pueblo a vivir de la caridad del Gobierno nacional. Vuelven las plegarias por que se mantengan altos los precios petroleros y por que haya alguna interrupción de suministro por cualquier causa en otras latitudes, para que así el Gobierno nacional tenga muchos recursos, y además, para que no se olvide de nosotros. Más allá de sus responsabilidades como buen ciudadano en sus áreas de operación, Pdvsa debe limitarse a su tarea de empresa petrolera. Los programas sociales, sin duda de superlativa importancia, deben ser planificados y ejecutados por el gobierno. Los mecanismos de distribución, mediante el gasto desordenado de los actuales programas sociales, están destinados a desarticularse cuando los precios del petróleo bajen. La única forma estable y permanente de lograr una distribución eficiente, es mediante una integración orgánica entre el petróleo y la sociedad. El insólito desmantelamiento de Sofip ha constituido la indicación más clara de que eso no habrá de ocurrir.
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